Después de recorrer el mundo durante casi dos décadas, las manos prodigiosas del ‘Rey David’ regresan a la fuente que le dio vida deportiva.
Regreso a casa
El mejor arquero de la historia de la selección Colombia, el gran David Ospina, regresó a casa para aportar todas su categoría, su experiencia y su clase a la puerta del Club Atlético Nacional.
El niño precoz que debutó con la casaca de sus amores siendo apenas un niño, está a solo días de retomar su gran historia con el bicampeón de América y el más campeón de la liga colombiana, con 17 estrellas.
David hace parte integral de esa historia legendaria, es alma y nervio del gigante verde de la ciudad de Medellín. En aquel lejano 2005, con tan solo 17 años de edad, fue el arquero campeón más joven de la historia del ‘Verde’.
Luego defendería la portería de nacional en el bicampeonato del 2007. Tres títulos de campeón en tres años; antes de cumplir los 20 ya era tricampeón del fútbol colombiano.
De talla mundial
Después de superar a Carlos el ‘Pibe’ Varderrama, aquel 3 de julio del 2021, cuando se convirtió en el hombre con más partidos oficiales vistiendo la camiseta de la Selección Colombia, superando los 111 partidos del ‘Mono’.
Tras dos mundiales en los cuales nuestra selección obtuvo los mejores resultados de su historia.
Después de defender la puerta del legendario Arsenal de Londres, con el cual ganó tres Community Shields y dos FA Cups, y de convertirse en ídolo del Napoli de Maradona, con el cual alcanzó la magnífica cifra de 103 partidos jugados y un título de Coppa Italia, en la temporada 2019-2020.
Tras escribir con letras de oro una carrera legendaria, llega a Nacional solo un par de semanas después de ser compañero de Cristiano Ronaldo y de recibir el premio al mejor arquero de la Liga Árabe durante los meses de marzo y abril.
Ese adolescente, convertido en leyenda, llega a su casa con facultades plenas, para liderar un proceso que todos esperan sea histórico.
El Rey David es la contratación más importante del siglo en el fútbol colombiano, pónganse el frac, porque el mejor de todos está entre nosotros.
